Desde toda la eternidad, Dios no está solo y solitario, sino que vive como Padre, Hijo y Espíritu en una comunión rica y gloriosa y abundante de absoluta unidad. No hay vacío en este círculo, no hay depresión, miedo o inseguridad. La vida trinitaria es una gran danza de comunión e intimidad desencadenadas, alimentada por amor apasionado, abnegado y altruista, y por el deleite mutuo. Esta vida es buena. Es justa, única, llena de música y alegría, de felicidad y paz. Este amor, que ocasionó tal unión y comunión y unidad, es la matriz del universo y de la humanidad en su interior.
-C. Baxter Kruger, autor de De vuelta a la cabaña
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